“Todo lo que hacemos es una transformación”

La subcultura kiki es un lugar donde el individualismo es acogido y donde la gente va a ser protegida de las normas rígidas de la sociedad. La escena kiki acepta a todos independientemente de su estado socioeconómico, su sexualidad y su género.

Kiki, de la directora sueca Sara Jordenö, debutó en el festival de Sundance del 2016 donde fue nominada al Gran Premio del Jurado. Esta película intenta contar la historia de una parte de la escena ballroom en Nueva York. La cultura ballroom o Vogue fue dada a conocer por el documental de 1990 Paris is Burning y la canción “Vogue” de Madonna.

Después de que Paris is Burning diera a conocer a esta subcultura, muchos criticaron al documental por la perspectiva que tuvo y sobre quién era el que tenía el derecho de contar la historia. Este documental trata de cambiar algunas de las críticas que tuvo Paris is Burning. El punto de vista por el que se ve esta subcultura cambia y por lo tanto el enfoque cambia. El documental se enfoca en esta subescena que está compuesta de personas afroamericanas y latinas y que generalmente son más jóvenes que la escena ballroom. Para ellos, esta subcultura es más que una forma de diversión y expresión; kiki es un refugio de la homofobia y transfobia, es un refugio de las calles y de las enfermedades sexuales. Esta subcultura también es una forma de expresarse artísticamente y en especial donde los roles de género y sexo son indiferentes. Kiki más que nada es una comunidad y una familia.

Con una forma muy simple pero llena de fotografía que resalta y llega al alma, la directora enseña la historia de varias personas dentro de esta subcultura. Nos muestras personas que bailan libremente en vagones del subterráneo en Nueva York sin importarles lo que dicen los demás, nos muestra mujeres transgénero que caminan por las calles llenas de confianza en sí mismas y nos muestra jóvenes que se reúnen en parques y pueden ser quien son. Las imágenes son inolvidables y bellas, son como una fotografía del alma de cada persona.

“¿Quién era yo antes de ballroom? Era una persona que estaba perdida”.

La película aparte de todo esto nos muestra la lucha y el camino que pasa esa comunidad olvidada. Los jóvenes hablan sobre problemas de enfermedades sexuales, como el VIH, el ser transgénero y su transformación, la aceptación, el salir del closet, como vivir en un mundo que los rechaza, como obtener dinero donde nadie les quiere dar trabajo, la brutalidad que se encuentran en las calles, tanto por la población como por la policía, los crímenes de odio, el suicidio y el abuso de todo tipo.

Mi única crítica es la organización del material. La directora trata muchos temas en un film de menos de dos horas y por lo tanto le falta una dirección clara. La película no es linear y tampoco tiene un personaje central o idea conectora que nos permita seguir la película completamente interesados. A mediados de la película llega una sección donde la atención de los espectadores empieza a vagar y Kiki empieza a perder la dirección que llevaba. Aun así, la película permite ver otro lado de la escena ballroom y permite a los miembros de ésta a que den su opinión sobre esta subcultura. La película presenta una versión de esta escena del punto de vista de los miembros y no de los realizadores, lo que nos permite tener una idea general de lo significa esta comunidad para ellos.